Después de llorar hasta secar las lágrimas, después del dolor y la impotencia no llega la calma; viene el hartazgo; ese decir -basta a tanta hipocresía. Llega ese grito que nos tiene que servir para ese  "NUNCA MÁS" que a diario compartimos en las redes sociales cobre el sentido real que tiene y que sume para crecer como sociedad.

Estoy desbastada, me asombra y me resulta difícil comprender en que nos hemos convertido, el Juez cuida los derechos del delincuente, el Policía es un delincuente, el Gobernante se roba los dineros del hospital o de los viejitos, el Senador se aumenta su abultado sueldo porque no le alcanza, el Periodista calla o miente porque recibe su sobre, la Iglesia protege a sus curas abusadores de niños, y mientras tanto el Poder nos lleva seducidos a dedicarle nuestro tiempo a la frivolidad de la Farándula con un chusmerío barato donde nos puede más el morbo que una causa noble. Hemos perdido la lógica, no puedo creerlo, quisiera que no fuese así y duele darse cuenta que todos somos parte de este sistema absurdo. Escribo y no puedo dejar de llorar, ¿qué nos paso?

No soy religiosa pero creo y necesito a mi Dios, quiero seguir creyendo aunque a veces la realidad me supere. No soy religiosa, y no porque desconozca el tema, vengo de una familia que si lo era, donde la carencia dolía, pero la que gastaba más en velas que en un par de zapatos. No me sirvieron las velas, los rezos y el seguir reverenciando líderes que solo han causado dolor y degradación como en el caso de los niños de Lujan.

No he visto a la iglesia y tampoco al Papa manifestarse sobre el tema. Dónde está su sabiduría y los tantos sermones que predican, como también los votos de pureza y castidad que prometen, son una farsa y una burla ...... fraudulentas palabrerías que se evidencian en hechos aberrantes como el abuso a criaturas inocentes e indefensas, pero nos quieren hacer creer que son dignos representantes de Dios.

Se hizo una marcha por los niños abusados, niños a los que le destruyeron algo que no tiene repuesto: una infancia feliz y todo su futuro. Y se puso en evidencia nuestra poca coherencia y sensibilidad, porque no vi una multitud apoyando esa causa que debiera tocarnos a todos, y me vuelvo a preguntar ¿qué nos pasó?

¡¡Qué nos está pasando!! No creo que sea ignorancia, yo puedo verlo, quizás no todo, pero lo veo. Yo que ni siquiera hice la secundaria, que apenas si terminé la escuela primaria, lo veo, lo sufro y siento que se me desgarra el alma y entonces pienso que quizás yo lo veo porque a mi poca sabiduría solo le puedo agregar que soy sorda y sé de sufrimientos. Y también se de silencios, pero de esos que sólo son silencios porque sus víctimas no pueden hablar. Algunos como los niños de Lujan porque no tienen voz y otros porque se les impone un silencio hacia la autoridad y las instituciones, esas que todos esperamos sean impolutas, pero que todos los días vemos corruptas. No merecen mi respeto ni deberían, si me permiten, el de nadie.

Si de estos ejemplos hay que aprender, Dios nos libre, porque no estamos viendo un caso aislado -que tampoco tendría justificación-, uno de los abusadores viene de Italia donde ya había destruido varias vidas y la iglesia presionó para que se tapara. Vienen de Canadá, de Irlanda, de España, HAY MILES DE VICTIMAS DE CURAS, vienen desde que tengo memoria, tengo amigos y conocidos que pasaron por las mismas situaciones y se fueron asqueados, desilusionados y con su confianza estafada. Quiero que alguien me explique cómo ellos representan a Dios y trasmiten su bella enseñanza. Quiero que alguien me explique qué es lo que se respeta porque no lo entiendo, no coincide con el amor y el conocimiento que el mundo necesita.

Ningún ser humano debe ser abusado, mucho menos un niño, y el hecho de ser sordo, de no tener voz, lo hace más atroz. Se puede usted imaginar cuan indefensos estaban, no los dejaban usar señas, que espanto, cuando es el único medio que tiene un sordo para comunicarse, como podían educar si no respetaban su idioma, su esencia.

Pero, que estoy diciendo..., si hablamos de seres crueles que no sabían de códigos ni decencia, que les arrancaron la alegría de vivir. Solo puedo pensar en mi propia infancia, cuando decir o gritar "pido gancho" implicaba que uno, en el acto, detenía o suspendía los efectos y acciones relacionados con cualquier juego del que se estuviera participando.

Con las manos juntas, el típico gesto de "por favor" que hacemos todos, PIDO GANCHO PARA TODOS LOS NIÑOS DEL MUNDO VICTIMAS DE CUALQUIER ABUSO.

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